Imponente y bello edificio pero, para empezar, podrían hacer gestiones ante la autoridad por el excesivo ruido que provoca el local denominado Rosaleda Club, el nivel de decibelios supera con mucho lo permitido, tan es así que, con las dos puertas del balcón cerradas, se escucha el sonido como si se tuviera internamente
Lo segundo que recomendaría es en cuanto a la diligencia del personal que se ocupa de arreglar y limpiar las habitaciones, hubo una lata de refresco en el marco superior de la puerta del balcón los tres días que estuvimos hospedados en el hotel, los vasos sucios no los cambiaron, una bata de baño que se quedó, al salir por la mañana, en el sillón, la encontramos en el mismo sitio por la tarde. Tal vez no sea grave, pero da un aspecto desordenado.
Lo tercero sería poner mayor atención en algunos complementos que su servicio de restaurant ofrece, como el pan, que debe ser del día porque el que nos sirvieron nos pareció viejo y/o de mala calidad. También las salsas, o carencia de ellas, es un aspecto primordial en un menú mexicano. Ese descuido demerita lo interesante de su menú. Por cierto, el pato de relleno en las enmoladas estaba duro y sin sabor, contrastando con un mole de muy buena calidad.
Les deseo que logren atender positivame lo comentado, el extraordinario recinto y la amable atención de su personal lo merecen y podrán convertirse en una gran opción en el centro histórico de la Cdmx.