Casa muy tranquila, con sistemas tanto de calefacción como de agua hechos para ser ecológicos, cosa que a quienes nos preocupa el medio ambiente agradecemos. Begoña (la dueña) un encanto, nos dijo donde comer, que visitar y siempre pendientes de lo que pudiéramos necesitar. La única pega (que solo lo es la primera vez) es que si vas de noche, aún estando señalizado tienes que estar pendiente del desvío porque te lo puedes saltar ya que en la carretera por la noche no hay luz, pero nada que no se resuelva circulando despacio. Por lo demás, un sitio muy agradable, habitación limpia y cama cómoda.