Empezando porque las habitaciones eran prehistóricas,segundo las manchas que habían en las sabanas,e incluso en el colchón. Tercero un colchón híper duro y el otro blanco,con mi pareja teníamos que turnarnos las noches porque terminábamos con la espalda reventada. Las sábanas llenas de pelos,debajo de la nevera salían las pelusas de ni mover eso para lavar. Y en la última noche,nos tocaron la puerta,diciendo “hola” a lo que no contestamos y a los 5-6 min,nos intentaron abrir la puerta,me costó mucho dormir la ultima noche. Por lo único que vale la pena este hotel es por la ubicación que está detrás del barrio judío y es donde más ambiente hay. Por lo demas,no vuelvo más .